Mis reflexiones sobre el último libro de Richard Barrett
¿Hacia una cultura de la organización «4D»?
Releyendo con atención el muy interesante artículo que recoge algunos de los aspectos esenciales del nuevo libro de Richard Barrett: A New Psychology of Human Well-Being: An Exploration of the Influence of Ego-Soul Dynamics on Mental and Physical Health, que aparece en Innerself.
Destaco el tema que aborda las implicaciones de las creencias y pensamientos, en la comprensión de la realidad en la que cada uno de nosotros desarrolla su vida, y como, esas creencias y pensamientos están íntimamente ligadas con como cada individuo, vive y da satisfacción a sus necesidades (definidas por Richard Barrett como «la falta real o imaginada de algo que es esencial para mantener la estabilidad fisiológica del cuerpo (necesidades biológicas o la estabilidad emocional del ego)”.
Como seres humanos las formas de entender el mundo, la vida y a nosotros mismos, que están en íntima relación con el nivel de «creencias y pensamientos» cultivado a lo largo de nuestra existencia, van a guiar -consciente o inconscientemente- la forma (el cómo y de qué manera) de afrontar las diferentes situaciones a las que nos vemos expuestos en los entornos profesionales, sociales, familiares, etc.
Una mirada evolutiva de nuestro ser y especie, que nos ayuda a avanzar en un camino hacia una especie que alimenta el alma y el espíritu, que educa y es educado en valores, no solo aquellos enfocados en satisfacer de forma equilibrada y saludable las necesidades biológicas y emocionales, sino también en conectar y aflorar los niveles de consciencia y energía del «ser trascendente y su alma».
Este nivel de consciencia «4D» al no estar dirigidos por «necesidades biológicas o emocionales» y al estar conectados con el poder abundante del amor, nos lleva a estar en contacto con la abundancia y conectar profundamente con nuestros congéneres. Y la práctica e inclusión en nuestra vida de valores como son: compasión, compartir, cooperación, empatía, nos ayudan a desarrollar este nivel de consciencia llamado «amor».
Las organizaciones empresariales , conformada por humanos, pueden ser consideradas como un «sistema humano» con sus creencias y pensamientos sobre la forma de desarrollar la actividad profesional y negocio, con sus necesidades biológicas y emocionales (objetivos y resultados económicos, “ebitda”, parte de mercado, ROI, conocimientos y habilidades, negocio, salarios y compensaciones de sus colaboradores y directivos, posicionamiento competitivo, imagen y poder…) y el desarrollo de sus niveles de consciencia trascendente.
Es aquí donde la necesidad de satisfacer las necesidades «biológicas y emocionales» de la organización, invitan a sus líderes y cadena de poder, a dar un paso hacia considerar e integrar a las necesidades «biológicas y emocionales» de sus colaboradores (planes de compensación y beneficios atractivos, formación y desarrollo de sus efectivos, proyectos para implantar culturas «best place to work», culturas de excelencia , etc.), las decisiones estratégicas que sponsoricen e impulsen la adopción de culturas con foco en el desarrollo de liderazgo transformador y facilitador, la creación de valor para todos los “stakeholders”, la creación de espacios y políticas que faciliten aflorar la inteligencia colectiva, los sistema de trabajo colaborativos, el trabajo en equipos multifuncionales y transversales, la integración del cliente interno y externo en procesos genuinos de creación de valor, la producción y suministro de productos y servicios con consciencia global.
El resultado de este tipo de enfoque, redundará en un aumento de la capacidad de adaptación e innovación de la organización, un aumento en el nivel de compromiso colectivo con la misión y objetivos estratégicos y operacionales, la adopción de los valores de la cultura “4D”, un aumento del nivel de desempeño y excelencia en las operaciones, una mayor capacidad de «reinventarse» y «adaptarse”.
Es por ello que creo positivo integrar en las reflexiones estratégicas de las organizaciones, una descripción de las culturas, creencias y necesidades existentes en las organizaciones (la organización como un todo, la estructura de poder, los “stakeholders”…) y la que se considera como «meta» para la misma. Y como consecuencia diseñar un eje estratégico de desarrollo relacionado con el camino para la evolución de la cultura de la organización, sus líderes y sus colaboradores, hacia una cultura “4D”.