¡Hey! ¡Qué es clave recuperar la ilusión para actuar y…
…encontrar lo que nos hace mover hacia lo desconocido!
Este texto es una llamada a la que ya existe en nosotros y tenemos probada experiencia como seres humanos. No es un tema nuevo, es parte intrínseca de nuestra historia individual y colectiva.
Hablo de la poderosa capacidad probada en todas las épocas para encontrar oportunidades y nuevos espacios de crecimiento y expansión, tanto en momentos durísimos para la subsistencia de nuestra especie, como en momentos donde el motor del descubrir y explorar ha sido una máxima vital.
Cómo si no, explicar tanta capacidad creadora para pasar de las ideas a la acción, generando nuevas formas de vivir, nuevos objetos, nuevas expresiones artísticas, nuevos conocimientos y teorías, en definitiva capacidad en mover la energía hacia metas y ¡conseguirlas!
Entre la necesidad imperiosa de evitar una situación, que explicaría los cambios de vida a la fuerza y la ilusión por lograr una meta inexistente, me quedo particularmente con la segunda palanca como la más sostenible como motor del cambio y de la creatividad.
Los que nos dedicamos a ampliar mapas, para conocer mejor los territorios de la realidad donde vivimos, decimos simplificando, que siempre ante cualquier situación tenemos dos mapas, o enfoques posibles: el victimista o reactivo, o el optimista o proactivo. Desde el mapa victimista o reactivo, nuestras vidas las mece el viento, el entorno, los demás «la vida» nos obliga a todo lo que hacemos con una resignación dolorosa, aceptada o no. Nuestras decisiones vienen dictadas o altamente condicionadas por el exterior. ¡Esperamos que nos «rescaten”!
Es un mapa de vida, desde donde «el que vamos a hacer, no nos queda más remedio», o «a ver si pasa lo peor» da alas a la claudicación y a la dependencia para conservar lo que creemos vital para sobrevivir. La esperanza y la divina providencia se aposentan en el centro de nuestros pensamientos.
Es por ello un mapa, que preside el rey «miedo a sentir el miedo», con sus poderosas ordenes de postergación, sumisión y dependencia. Y si no podemos evitar el dolor de no ver la salida o construirla, decidimos en muchas ocasiones consciente o inconsciente drogarnos con una serie de actividades superficiales que alivian nuestra existencia.
Y como detecto una pandemia peligrosa en las conversaciones con los amigos, clientes, y gran número de ciudadanos, una inflación y abuso del mapa reactivo, quiero invitar a expresar un «si» sonoro y consciente al mapa proactivo. Entre las varias posibilidades (crear un proyecto empresarial, desarrollar la empleabilidad, ser un profesional liberal de dimensión global, explorar nuevos horizontes y países), pongo en esta ocasión la atención en jugar la dimensión de ampliar la zona de acción: de barrio-> ciudad-> zona de influencia-> país-> continente-> mundo.
Hace unas semanas volaba desde Barcelona a Medellín por motivos profesionales, y tras 16 horas llegábamos al hotel a eso de la 1 de la madrugada. Iba en el taxi, cansado, con ganas de descansar el cuerpo y la mente, y por un momento me acordé de la generación de mis padres y abuelos en la época de los 60 y 70. ¡La comparación era desequilibrada!, volé fabulosamente, me vinieron a recoger al aeropuerto, tenía una cálida cama esperándome…
Me decía ¿qué sentían y pensaban aquellas personas que les hizo emigrar e inmigrar en búsqueda de un futuro mejor, y que se movieron de su zona de confort conocida a la desconocida? Sabemos que vivían con austeridad sus vidas en sus lugares de origen, y que no tenían nada claro su futuro, y parece ser que decidían por ilusiones de ¡una vida mejor! Me niego a aceptar lo que dicen algunos sobre ellos «es que no tenían nada que perder» ¿Cómo qué no perdieron nada? !Perdieron uno de los elementos más preciados en nuestras vidas!, perdieron la proximidad de las familias, de los amigos, de todo aquello que conformaba su mundo vital, y ¿qué ganaron? a corto plazo ¡poco real! Fueron a la gran ciudad o al extranjero, y sufrieron desde la pobreza, la falta de contactos, de sostén económico, de medios. Lo que tenían es consciencia de las posibilidades de ganar y el esfuerzo para conseguirlo.
Mi padre me dice que en los 70 en Barcelona eran normales los pisos que ahora llamamos «patera», donde una inflación de buenas gentes, venidas de todos los lugares de España vivían en espacios reducidos sus sueños ¿Hemos olvidado el fenómeno del chabolismo de la gran ciudad?, entre la chabola en la gran ciudad a la casa-choza en el campo…la diferencia no fue ir a «mejor». Sin embargo había, supongo, unas ganas de ir hacia delante sin saber con certeza cuándo llegaría, y aceptando el esfuerzo humano que estaban realizando. Valores como resiliencia, esfuerzo, generosidad aparecen rápidamente en los comportamientos de aquellas gentes.
Es cierto que después la bonanza económica de un país a desarrollar, ¡fue generosa con los esfuerzos! Y de esa infinidad de historias personales, explicamos la riqueza generada, la evolución y desarrollo económico y social.
Y ¿qué veo ahora alrededor?, pues el mapa victimismo. Cuando un joven con todas sus facultades mentales y físicas a un nivel excepcional, me dice que está todo muy mal, me aparece una compasión mística para que vea más allá de su zona de confort ¡narcotizante! Tiene todo el futuro en sus manos y sigue atrapado en la nube de la ¡víctima sin recursos! ¡¡¡Despiértate!!! Y ¡¡¡camina!!!! Haz, ¿qué ganarás? ¡Mucho!: en vivir la experiencia del caminar, el sentir el coraje ante el miedo en la acción, el latido vital…
Si me dice un adulto, amargado de su trabajo actual, donde están cayendo los chuzos de punta, «el ambiente es irrespirable, pero que es mejor quedarse quietecito». Pues le deseo con mucha ternura que sea consciente de hasta donde arriesga su equilibrio como persona y le exhorto a que no deje en los demás ¡el destino de su futuro! Que somos nosotros quien movemos las posibilidades.
¡¡Señores!!, un 30% de la población española se movilizó en los 60-70 por un sueño de un mundo mejor, aceptaron con dignidad y tesón el esfuerzo de pasar de lo conocido a lo desconocido, en un acto de generosidad para las generaciones futuras. Ahora, no se ha movido ni un 2% de nuestra población ¡en buscar oportunidades!
Es una cuestión de actitud, de actitud positiva de vida, en el que soñar-moviéndose, es una de las medicinas que más impacto tienen en las posibilidades de lograr el cambio de ritmo. Es una actitud de crear oasis en el desierto que nos rodea y cambiar la música de la queja por la música de los planes de acción que queremos probar.
Y a los que no quieran moverse, con infinito respeto les pido, que si es así, como lo desean para ustedes, no desalienten a que se muevan otros e ilusiónense ¡aunque sea con sueños ajenos!
Saludos