Complejidad, certeza y evolución de organizaciones
¿Cuál es nuestro nivel de ansiedad si no encontramos alguna que nos alivie por ser concreta y conocible? ¿Qué hacemos para evitar el dolor de ir buscando o descubriendo pistas para caminar en ese espacio de lo complejo…?
El talante científico equilibrado y sabio, se ha movido guiado por la curiosidad, integrando y aceptando el no conseguir respuestas. La resiliencia, como capacidad de no desfallecer, ni deprimirse, ni sufrir, sino como fuerza que mantiene abierta la esperanza de encontrar soluciones a preguntas del mundo de lo complejo, es una habilidad deseable para nuestra evolución humana y como no, para afrontar el campo de lo desconocido en nuestras organizaciones.
El modelo “Cynefin” de Dave Snowden, ofrece una estructura útil para clasificar situaciones según la relación causa-efecto y el grado de conocimiento de dicha relación. Aparece, así la clasificación de situaciones simple, complicada, compleja y caótica.
El tratamiento de lo complejo, tiene en el trabajo de Peter Senge, con sus sistemas de pensamiento, un precioso aporte en el diseño de modelos u arquetipos que ofrecen una alternativa más rica a una lógica lineal, causa-efecto, típica del mundo de lo complicado.
Sería bueno también, ver que perfiles de personas son capaces de vivir con equilibrio en la zona de lo complejo-caótico, pues en el mundo de lo certero, concreto y previsible con órdenes de error minúsculos, no tendría cabida la existencia de la incertidumbre de lo complejo y caótico.
Y ¡buenas noticias! en el campo de la creatividad, creación de valor, innovación, resolución de dilemas…las situaciones son marcadamente complejas, pudiendo realizar modelos, que no son verdad absoluta, sino útiles estructuras para jugar en el megaespacio de causas y efectos relacionadas y desconocidas.
Río con humildad, cuando pienso las miradas «cero riesgo «de algunos mal denominadas empresas de capital riesgo, cuando sus líderes solo aceptan el mínimo riesgo y por ello buscan certitud cuando analizan proyectos de clara innovación que manejan intuiciones y sueños.
La osadía y el sueño, han sido buenos compañeros en nuestra evolución humana, y solo hay que darse cuenta de la determinación de grandes visionarios (Jobs, Branson, Bezzos, …) y en la generación de valor, de ir más allá de lo conocido, factor indispensable. ¿Cómo entonces esperar milagros en la prudencia como regla de oro, innovar pero sin toma de riesgos, o promover líderes de baja resiliencia a la incertidumbre?
Si fomentamos solo la cultura de la perfección, de la eficiencia, como vía de evolución, vemos que el paradigma de conocimiento de lo que controlamos, se fosiliza…Para ir más allá en la creación de valor, generar soluciones innovadoras, necesitamos fomentar la existencia de mentes complejas, personas inmunizadas ante la perfección y líderes que vivan con un adecuado equilibrio emocional, cognitivo y espiritual, el divino misterio en el que cada día desarrollamos lo mejor de nosotros.
«Solo sé que no sé nada,» se hace de nuevo presente para seguir avanzando, para descubrir nuevos paradigmas.