Colaborar, cooperar, o simplemente buenos vecinos…
Una explosión de formas y modos, aparece en las actividades colectivas cuando compartimos un espacio común, un deseo, un interés.
Fácilmente nos sumergimos en el mundo de las «co-palabras”:co-ordinación, co-operación, co-laboración, co-habitación, co-creación, co-liderazgo, etc., navegando con dificultad en el buen uso y práctica de las mismas.
Las diferentes formas llevan asociadas toda una serie de rituales, de dinámicas del «yo» individual con referencia al «yo» colectivo, de valores individuales y de compartidos. Todas son útiles y aportan valor a sus componentes.
Un ligero viaje sobre estas formas puede ayudar a los miembros de un equipo a apreciar y confirmar desde donde viven lo colectivo, y a poder ampliar la comprensión e implicación del yo individual en las diversas «co» formas.
Buenos Vecinos: La buena co-habitación, permite que cada parte se desarrolle respetando y siendo respetada en un espacio común donde vivimos nuestro territorio, dejando fuera del compartir colectivo el diseño de lo que anhelamos ser como conjunto.
La definición de roles y responsabilidades perfectamente definidas y conocidas de varios departamentos, con bajo conocimiento y afiliación al proceso total, permiten el respeto mutuo, el sociable que nos ha permitido compartir espacios, sin compartir misiones colectivas.
Nos motiva participar, hasta donde cada uno decida: Un paso más allá, es cuando decidimos co-operar, por un motivo o misión común, pero vivido desde un enfoque individual. Y por eso decidimos poner una parte de nosotros al servicio de un proyecto que la gran mayoría de veces ni diseñamos, ni lideramos. Cooperamos en la organización para comprarle un regalo a uno que se jubila, lo conozcamos o no, o para ayudar a un compañero que nos dice si le ayudamos a acabar un trabajo. El compromiso esta acotado y definido desde el individuo que acepta o no las reglas del juego.
Hay que poner orden y concierto: Que decir tiene que cuando aprendemos a co-ordinarnos, aprendemos a desarrollar las zonas de interacción con otros, fuera de nuestros territorios de control e influencia. Es un momento en el que se puede vivir la esencia del proyecto o misión, para coordinarse en «quién hace qué y cuando». Es un estado de relación donde el roce con el otro aparece de manera inevitable al planificar, para que se produzca el resultado esperado. Lo vivimos normalmente valorando lo que saco de provecho en la acción y disminuyendo el riesgo que pudiese comportar. Es la forma de relacionarse donde el modo de trabajo por procesos con sus reglas y normas se expresa en plenitud, logrando resultados espectaculares.
Todas estas formas de vivir lo colectivo tienen su aportación positiva a una misión colectiva. Más interaccionamos, integrando lo sociable y la coordinación operacional, más desarrollamos la capacidad de mantener relaciones positivas en comunidad. Y en muchas de las dinámicas que facilito con equipos, nos centramos en mejorar el respeto mutuo, el escuchar al otro, el lograr resultados por coordinarse mejor, el disminuir la existencia de comportamientos en silos, o sea el desarrollar la inteligencia emocional inter/intra individual y colectiva.
La innovación colectiva y el sentido de misión compartido: Hay un estado que aporta algo diferencial, y es el de co-laboración, para co-crear. En esta relación una parte del «yo» individual no solo se pone al servicio de la misión colectiva en el hacer, sino que comparte la misión y valores comunes en el ser. Es el momento en que se producen relaciones de confianza, de vulnerabilidad aceptada, de unión colectiva, de capacidad de compartir por la alegría de ser parte de un todo, es el momento de sinergias entre los miembros del equipo.
¿Y donde están nuestras organizaciones? Si le damos credibilidad a lo que dice Robert Kegan, el 60-70% de las personas que conforman las organizaciones construyen relaciones de dependencia en la organización, esto llevado al terreno del tipo de relaciones, querría decir que se dan y desarrollamos la co-habitación, co-operación y co-ordinación. O sea que si el reto es potenciar la innovación y creatividad, en relaciones de co-creación y co-laboración, la relación a potenciar no será la de dependencia sino la de interdependencia.
Y los líderes amantes de desarrollar lo colectivo, como pilar fundamental del progreso y desarrollo de la empresa, están invitados a inspirar, impulsar y apoyar la creación de esos espacios de co-laboración.
Es por ello una oportunidad para que el diseño de todas las prácticas y acciones/actos de lo colectivo, impulsen experiencias que lo desarrollen. Y hacer que los programas/rituales estén inspirados en su diseño y ejecución por los valores inherentes a los espacios de colaboración, para el mejor fin de la evolución de los miembros de los equipos y organizaciones.
Resultado de 2 estudios a gran escala de la distribución de los niveles de complejidad mental de los adultos.